Darío Jaramillo
Una nueva vida
Laura gritó su nombre con todas sus fuerzas, el sonido de sus aullidos viajó acarreado por el aire, se coló entre los árboles, y se desvaneció en la humedad de la noche. Gritó y gritó hasta que se quedó sin voz.
Los voluntarios, convocados por la policía no tardaron en llegar, armados de linternas se adentraron en el bosque que se extendía frente la propiedad de la familia. Ni la lluvia ni el frío los desalentó y buscaron por horas. Esta operación se realizó durante múltiples días, el frío hacía que las probabilidades de que un niño de 5 años sobreviviera a la intemperie durante periodos prolongados de tiempo se redujeran de manera drástica.
Laura se reprochaba haber dejado de vigilar a David mientras preparaba la medicina de su hermana. Aunque desde que llegaron a esta nueva casa, cuatro meses atrás, ninguno de los vecinos había visto mucho a la niña. Laura les explicó que sufría de osteogénesis imperfecta, una condición que la hacía demasiado propensa a fracturas. Por lo que siempre la mantenía dentro, donde corriera el mínimo riesgo de lastimarse.
Conforme el tiempo pasó, la prioridad de la búsqueda y rescate de David cambió a recuperación de cuerpo. Tania insistía en querer salir a buscarlo pero Laura la mantenía dentro, le repetía una y otra vez que cualquier roce con un árbol o un pequeño choque podría mandarla al hospital así que comenzó a encerrarla en su cuarto y su salud empeoró drásticamente.
Una noche Laura se despertó sobresaltada, el cuarto se sentía helado y no podía dejar de temblar. Tomó una frazada para dirigirse al cuarto de Tania pero se detuvo en seco. El pasillo estaba lleno de pequeñas huellas de lodo que desaparecían a la entrada de la habitación de la niña. El miedo la embargó cuando notó que el candado que había puesto a la puerta yacía en el suelo.
Con el corazón amartillándole el pecho entró a la habitación y pudo ver a Tania en su cama, dormida. Se acercó y le descubrió los pies, sus calcetas estaban inmaculadas, aunque dentro había más huellas. Cuando estaba sumida en sus pensamientos una voz la trajo de vuelta de un jalón.
––¡Mami!
Cuando giró la cabeza hacia la puerta, pudo ver ahí parado a David sonriendo, en la misma ropa con la que desapareció, pero sin zapatos. Cuando intentó acercarse para abrazarlo, él corrió hacia el pasillo. Laura sintió las piernas de goma, quería ir tras él pero lo volvió a perder de vista, sólo escuchaba su voz llamándola.
Laura corrió siguiendo la voz del niño y se adentró al bosque, persiguiendo la silueta que por momentos podía ver y luego desaparecía. La penumbra la envolvió.
Cuando los primeros rayos de sol se colaron por la ventana de Tania, abrió los ojos y se percató que la puerta de su habitación estaba abierta, no lo pensó dos veces y reuniendo todas sus fuerzas bajó de la cama, llamó a su madre pero nadie respondió.
No sabía cuánto tiempo tenía antes de que la volviera a encerrar, aprovechó que la puerta al exterior tampoco tenía llave así que corrió y al dar el primer paso fuera, tropezó, cayendo de bruces al suelo. Comenzó a llorar anticipando un dolor inmenso, pero nunca lo sintió.
Desconcertada, se levantó y notó que podía mover sus brazos y piernas sin problema. El sol le lastimaba los ojos, se sentía muy débil pero el aire fresco y la sensación de libertad la reanimaron así que se encaminó al bosque gritando el nombre de su hermano. Lo encontró sentado a la orilla de un arroyo, feliz de verla.
Después de un largo abrazo, David la tomó de la mano y la dirigió entre los árboles fuera del bosque. Cuando tenían la casa a la vista, le dijo que se adelantara y llamara al 911, les diera su nombre y el de su padre. Él la alcanzaría en un momento.
Tania lo hizo, el esfuerzo fue demasiado para ella, trataba de mantenerse consciente lo más posible, a lo lejos escuchó una sirena y se desvaneció. Cuando recobró la conciencia estaba en un hospital, su padre le sostenía la mano llorando. Ahí, le diagnosticaron un severo cuadro de anemia y niveles altos de etilenglicol en la sangre, consistentes con la ingesta de anticongelante por largos periodos de tiempo, los médicos estaban sorprendidos de que hubiera sobrevivido la noche.
Cuando la dieron de alta voló con su padre de regreso a su ciudad natal, su madre y hermano jamás fueron encontrados.