fbpx

Aída Vergara

Cautiva en su deambular

Sabía que… había perdido la cordura,

vivía sin filosofar, ¿a qué había venido a esta vida?

¡ Regrésenme el sano juicio!

Imploraba sin parar.

mientras, su musa divagaba en su peregrinar,

en su mente, soliloquios la rondaban:

¿dónde está?

 

Se escribe una carta viéndose al espejo:

¿Quién era esa  extraña, ermitaña aislándose del mundo?

En sus recuerdos, en su creación, en la que nada podía cambiar,

sólo aceptar, sólo callar, sólo esperar…

Abrir chat
¿Tienes dudas?
Hola ¿Quieres saber más sobre el Club de Escritores?