Amor de madre

Óscar López

Mañana, coincidiendo con el Día de la Madre, se estrena en las salas de cine la última película del malogrado director Juan Ventosilla, que perdió la vida el mes pasado en un accidente de montañismo mientras escalaba el Annapurna por su cara sur. Un inoportuno estornudo de su guía sherpa provocó un alud, que sepultó a toda la expedición bajo unas cuantas toneladas de nieve.

Si bien en un primer momento el consagrado director fue rescatado con vida, balbuceando insultos ininteligibles contra los ancestros de su compañero himalayo, el helicóptero que lo evacuaba se estrelló más tarde cuando su piloto se empecinó en demostrar a los pasajeros que podía aterrizar con los ojos cerrados en medio de un temporal. 

Una tragedia y una terrible pérdida para el mundo de las artes la de Juan Ventosilla, que en paz descanse y Dios lo acoja en su seno.

Como les contaba, mañana se estrena “Amor de madre”, un filme dedicado a todas esas madres que quieren tanto a sus hijos que harían cualquier cosa por ellos. Cualquier cosa. 

“Amor de madre” es una película visceral, costumbrista y a ratos enternecedora que narra las peripecias de Manuela, una mujer apasionada de los sudokus que trabaja de cajera en un supermercado y que se encuentra en una situación desesperada porque su precario sueldo no le alcanza para pagar la PlayStation 5 que quiere su hijo como regalo de cumpleaños. Manuela es el único adulto que genera ingresos en una familia desestructurada. Su marido es un profesor de filosofía amargado, parado de larga duración, que lleva veinte años opositando y que se pasa el día bebiendo cerveza en calzoncillos y lamentándose de que su alma, pese a ser inmortal, se encuentra encarcelada en su cuerpo.

Para empeorar las cosas, a su hijo Fermín, que sufre acoso escolar en el colegio, le han diagnosticado un cáncer muy raro y, en opinión de su oncólogo, cualquier día de estos se va a morir. La única ilusión del chaval es conseguir que le compren una PlayStation 5 porque así podrá tener amigos que quieran jugar con él en vez de tirarle piedras. Pero ese lujo no se lo puede permitir porque sus padres son pobres.

Decidida a hacer feliz a su hijito antes de que se lo lleve la parca, Manuela intenta obtener unos ingresos extra ofreciéndose como escort de lujo en Wallapop, pero la pobre mujer no es muy agraciada físicamente y al final se ve empujada a dejar el negocio porque no le sale rentable tener que pagar para que otros hombres accedan a acostarse con ella. 

Acosada por las deudas y por el incremento desorbitado del recibo de la luz, Manuela hace tripas de corazón y toma la decisión más difícil de su vida: accede a subastar en Ebay uno de sus riñones. 

De resultas del hecho, no solo salva la vida de un empresario adinerado, sino que obtiene ganancias suficientes para comprar la PlayStation 5 de su hijo y de paso hacer unas reformas en el cuarto de baño, que ya tocaba. Su pequeño, por fin, ve cumplido su sueño: ya tiene una consola 4K de última generación con la que hará nuevos amigos.

Pero, ¡ay!, a veces el destino es cruel y no quiere que las personas sean felices. El riñón que le quedaba a Manuela sufre una infección postoperatoria muy virulenta y Manuela se pasa el resto de la película enchufada a una máquina de diálisis, muriendo de forma irreversible cuando la compañía eléctrica le corta la luz al serle devuelto un recibo. Su hijo tampoco llega a estrenar la PlayStation porque se muere antes de que la consola termine de descargar la primera actualización del sistema operativo.

El único que sale bien parado en esta trágica película es el marido opositor, quien, al asistir al velatorio con un calcetín de cada color, llama la atención de una viuda nonagenaria ricachona que se encapricha de él y le proporciona mucho sexo y mucho dinero.

Recomiendo ver “Amor de madre”, obra maestra del malogrado Juan Ventosilla, a todas esas madres dispuestas a hacer cualquier sacrificio por la felicidad de sus hijos.

Cualquier sacrificio.

Incluso prostituirse o subastar un órgano.