A los trece
Darwin Redelico
Hubo una vez, una flor que superó todos los negros presagios al nacer. Los hombres sabios (pero sin emociones) en nombre de la ciencia, y los hombres santos (pero sin sabiduría) en nombre de su dios, entregaron a la niña un corazón de cristal para que se aferrara a la vida. Y con él en la mano, ella surcó sobre un hilo de seda durante cientos de soles y lunas.
Hasta que un día, temiendo que el hilo se rompiera y que el corazón no estuviera a buen recaudo, los hombres sabios (pero sin emociones) invocaron a la niña antes de que se convirtiera en mujer. “Te estaremos esperando, mi amor” fue lo último que escuchó de sus padres antes de que entrara en el sueño profundo…
… y ahora te sientes sola e indefensa. Rodeada de los hombres sabios (pero sin emociones) que han jurado cuidarte. Los observas desde abajo, son intimidantes, con sus armaduras blancas y sus rostros cubiertos.
Ves a tu madre llorar.
Una lágrima guarda tu corazón de cristal.
Que la naturaleza no es sabia,
A los trece es difícil vislumbrar.
Los hombres sabios (pero sin emociones) incrédulos, impotentes, no logran entender. Todo se escapa a su lógico parecer. Razonan que una orquídea siempre se hunde en la tempestad, se miran unos a otros y no creyendo en milagros comienzan a desvanecer.
Ves a tu padre llorar.
Dos lágrimas guardan tu corazón de cristal.
Que la ciencia no lo explica todo,
A los trece es difícil vislumbrar.
Lejos, los hombres santos (pero sin sabiduría) rezan en vano. No cuestionan a su dios, un capullo es demasiado puro para este pantanal. Se miran unos a otros y no creyendo en razones comienzan a desaparecer.
Ves a tus amigos llorar.
Muchas lágrimas guardan tu corazón de cristal.
Que dios no lo puede todo,
A los trece es difícil vislumbrar.
Un hipocampo alado te ha venido a buscar. Guiado por las luciérnagas te lleva por un arcoíris hasta una estrella sobre el mar. Te llevas tu infancia y tus colores. Tus ilusiones y decepciones. Tu primer beso y tus amores. Tu inocencia y tu descendencia.
Ves a todos llorar.
Todas las lágrimas guardan tu corazón de cristal.
Que la vida no es justa,
A los trece es difícil vislumbrar.