Iñaki Rangil
Muerte en silencio
Después de pasar un tiempo sin oír reacción en la oquedad de la habitación, tras numerosas llamadas infructuosas, decide aporrear con virulencia la puerta. Obtiene el mismo resultado, dentro no se escucha nada en absoluto. Eso no es normal, para nada. Se lanza a abrirla y acceder al interior. No lo consigue, está cerrada desde adentro. ¿Ahora qué?
Se sigue sin escuchar ningún ruido en aquella pieza, sin embargo, tiene la certeza de que no se ha movido, allí permanece su cuñada. Lo sabe de primera mano pues fue ella quien lo citó. Piensa en el significado de la ausencia de respuesta a sus intentos por llamar su atención desde fuera de aquella estancia. Se encuentran ante el dilema de forzar el cerrojo. Sin otra copia de la llave, no cabe otra opción. La operación no le lleva demasiado tiempo. Transcurrido tal, junto a unos intentos, consigue hacer saltar parte del marco eliminándose el obstáculo para pasar. A la vez, provoca un gran estruendo que atrae al resto de moradores del caserón.
Después del murmullo inicial y las pertinentes explicaciones, nadie se atreve a entrar. Nadie se atreve a mirar el seno de aquel aposento. Se miran los unos a los otros. Por fin, alguien se arma de valor, lo han juntado entre todos. Encienden la luz, van pasando y todos se detienen en el mismo lugar mirando al mismo punto. Sobre la cama se encuentra Mariana, parece dormida, pero el color que refleja aquel cuerpo no genera dudas, lleva horas muerta. No llegó a cubrirse con las ropas en la cama. Si nos fijamos muy bien, observamos un minúsculo punto de sangre en el camisón, justo señalando el corazón. Ellos no la desnudarán, pero si lo hiciesen apenas apreciarían herida alguna.
¡Menudo misterio! No se ve arma capaz de provocar aquella lesión, la puerta había estado cerrada desde el interior, ahí estaba la llave en la cerradura. Las ventanas también clausuradas a cal y canto. Parecía poco probable un suicidio sin nota y sin pincho a la vista. Por otro lado, estaba claro, no se había colado ninguna otra persona, pues de otro modo, permanecería allí. Mariana estaba sola antes de irrumpir el resto en tropel. A la Policía le quedaba mucha investigación por delante.
Algo incomprensible, las pesquisas señalaban numerosos enemigos. Por tanto, demasiados sospechosos, cada cual con su pertinente excusa, y ausencia total de testigos. Un caso de bastante complejidad, no iba a ser tarea fácil. Lo primero en descartarse fue la autolesión, seguido de la muerte accidental. En conclusión, nos restaba el homicidio. Existían muchas preguntas por responder. Se intuía un crimen muy bien elaborado. ¿Quién era el autor? ¿Por qué lo había hecho? Y, sobre todo, ¿cómo?
Cada paso dado para resolverlo, abrirá un nuevo abanico de caminos a explorar. Así aparece una vertiente económica, su empresa ha destruido otras, dejando desempleados no muy contentos con ella. Tiene detrás varios grupos ecologistas bien por contaminantes utilizados en alguna industria bajo su tutela, bien por deforestación para construir complejos residenciales. Amén de otras entidades sociales a las que ha utilizado para deducciones fiscales, prometiéndoles un patrimonio nunca materializado. Y sigue la lista…
Sin embargo, hay una trama que no se ha tenido en cuenta, enseguida se descartó porque una coartada da ese privilegio. Su marido se despidió de ella en el aeropuerto una hora antes del regreso de Mariana al caserón, se registró en varias cámaras de la terminal. De haber considerado esa sospecha, tal vez se habrían fijado con más detalle, incluso habrían tenido en cuenta la manera de colocarle aquel broche con un alfiler muy largo. Era regalo de consolación por aquella breve separación motivada por los negocios. ¿Era un indicio? Sí. Ahí fue cuando la mató, aunque dejará de latirle el corazón más tarde, ya en la cama, en silencio (La muerte de Sissi emperatriz – YouTube). Los motivos… tan viejos como el mundo, descubrió su infidelidad. Cuando pase un tiempo, también se encargará del parasito ese, el marido de su hermana mayor. Mientras tanto, prefiere tenerlo cerca. A él le dedicará algo muy especial, no será tan delicado como con su mujer. A ella, la quería; a él, lo odia.