Los trapos sucios de Don Aureliano
Darwin Redelico
En la cesta de la ropa para lavar de Aureliano, hay una corbata, un buzo, un pantalón pijama y un calzoncillo que mantienen el siguiente diálogo:
—Buzo: ¡Qué milagro, Corbata, ¡tú por acá! Pensé que te mandaban a tintorería.
—Corbata: Esos tiempos pasaron, amigo. No hay dinero.
—Buzo: ¿Y ahora qué te pasó?
—Corbata: Me manché de café en la oficina. El viejo está cada vez más distraído.
—Buzo: ¿Se aburre en el trabajo?
—Corbata: Desde que lo trasladaron a la sección Archivos, está muy deprimido. No lo soportaban en Contaduría. Ahora está todo el día acomodando papelitos.
—Pantalón Pijama: Con razón me usa más que antes: a veces trabajo todo el fin de semana.
—Corbata: Y eso no es nada. Tiene un jefe que, por la edad, podría ser su hijo. ¡No saben cómo lo destrata! Me dan ganas de desanudarme del cuello de Aureliano y saltar al de ese desgraciado y ahorcarlo.
—Pantalón Pijama: Al menos, cuando vivía con su esposa, nos lavaba más seguido y nos cuidaba mejor. ¡Miren la rajadura que tengo en la cola!
—Buzo: Se te ve todo, Pantalón Pijama. Pero eso no es nada: las polillas me están destrozando de a poco.
—Pantalón Pijama: Desde que la esposa lo abandonó por el farmacéutico, esta casa ya no es lo mismo.
—Buzo: Al menos conmigo tiene momentos buenos. Vamos juntos a pescar a la escollera. Está solo con sus pensamientos y pasa horas. A veces no atrapa nada, pero se lleva su botellita de caña y se olvida de los malos momentos. Bufanda me ha dicho que hasta lo vio sonreír alguna vez. El que debe de tener buenas historias para contar del viejo es Calzoncillo.
—Corbata: ¿Está Calzoncillo con nosotros? ¡Con razón el hedor! Pensé que eras tú, Buzo, pero no quería decírtelo.
—Buzo: ¡Cómo vas a comparar el olor a transpiración con el de Calzoncillo! ¡Tendrás mucha oficina, pero cómo te falta mundo, hermano!
—Corbata: Siempre el mismo calentón. ¿Y dónde está, que lo olfateo, pero no lo veo?
—Buzo: Debajo de mí, lo estoy tapando.
—Corbata: Pregúntale por las idas al prostíbulo los viernes de tarde, después del trabajo.
—Pantalón Pijama: Pero si vas también… ¿Cómo es que no sabes lo que pasa?
—Corbata: Veo cuando elige a la chica. Puede ser alta, baja, blanca, morena, joven o vieja. ¡Pero tiene que ser de pechos grandes! Siempre pechugona. Después entra a la pieza, y lo primero que hace es tirarme lejos. Entonces ahí queda Calzoncillo.
—Buzo: Lo de tetona debe ser porque le recuerda a la ex.
—Corbata: Vamos, Buzo, pregúntale de una vez.
—Buzo: Espera un poco.
—Corbata: ¿Y?
—Buzo: Dice que lo que pasa entre Aureliano y Calzoncillo… queda entre Aureliano y Calzoncillo.
—Pantalón Pijama: ¡Pero qué Calzoncillo alcahuete! Las cosas que hemos compartido juntos debajo de las sábanas después de que el viejo se pone a descargar esas paginitas. ¿Quieren que les cuente?
—Buzo: ¡No! ¡Qué necesidad! Otro día nos cuentas.
—Corbata: Déjalo. Dentro de poco va a la basura.
—Pantalón Pijama: No te creas. He compartido vida con algunos por más de diez años.
—Corbata: ¡En serio! ¡Pero qué tipo mugriento!
—Buzo: Cuidado con lo que dices. El tipo no será de lo más prolijo del mundo, pero tiene códigos. ¿Acaso prefieres a esos que compran y tiran al mes?
—Corbata: En eso tienes razón. A mí me usa hace quince años. En la oficina están todos hartos de verme. Supongo que a la ex también la aburrí. Pero que el tipo es fiel, es fiel.
—Buzo: Y no le peguen más a Calzoncillo; desde que se le aflojó el elástico, está triste. Cayó en la cuenta de que envejeció.
—Corbata: Me parece que ahí viene el viejo. ¿Estoy viendo bien? Puede ser que esté…
—Buzo: ¡¡Jua!! Sí, en pelotas. Como Dios lo trajo al mundo, viene a lavarnos.
—Corbata: ¿No tiene otra muda de ropa?
—Pantalón Pijama: Es obvio que no. Ja, ja.
—Corbata: ¡Qué necesidad de tener que ver esto!
—Pantalón Pijama: Tiene razón Buzo. ¡Si te faltará mundo, Corbata!