El vuelo del cazador

Laura Gran

España 23-09-1938

El ruido del motor es ensordecedor; la vibración que se produce en el fuselaje se canaliza a través de los pies de Werner y se distribuye por todo su cuerpo, creando ese temblor tan familiar al que cuesta días de formación acostumbrarse. El oficial alemán se siente parte de su monoplaza. Agazapado en ese pequeño cubículo, a  gran  altura, y con el  viento helador azotando su cabeza, piensa en cómo han cambiado las cosas. Poco queda de ese muchacho inseguro pero tenaz, que fue rechazado en la Luftwaffe (la fuerza aérea alemana) a causa de sus terribles mareos. Werner deseaba tanto pilotar que utilizó la energía y testarudez de sus 22 años hasta conseguirlo. Ahora, sobrevolando territorio español y como jefe de escuadrón en la legión Cóndor, ve esos días muy lejanos.   Luchar en un país que no es el suyo lo aleja de la responsabilidad y de los remordimientos. Werner intenta no cuestionarse nada; solo vuela y caza, algo en lo que es realmente bueno. Lo demás son daños colaterales. 

 

Formando parte de nuestra historia, aparece Luis, el cual vuelve de una misión de escolta a los bombarderos en el frente del Ebro. Las horas de instrucción recibidas, en el curso acelerado de vuelo en la URSS, han conseguido su cometido. Luis ha estado a la altura pilotando su monoplaza I-16 en combate. Su juventud, casi adolescente, le da ese cierto aire de héroe que termina por camuflar su inexperiencia.  El avión forma parte de una escuadrilla de Moscas (aviones de fabricación rusa) que pertenecen a la fuerza aérea republicana, la Gloriosa. Ha sido un día duro en una batalla encarnizada, lo que se refleja en su rostro marcado por la duda. 

 

Werner, siempre atento como un halcón, acaba de divisarlos. Siete Moscas se acercan en formación; seis de ellos ascienden al ser descubiertos, pero uno se queda rezagado y desciende dejando su estela como guía para Werner, que no desaprovecha la oportunidad y se lanza a por él.  Por un momento piensa en el piloto. Seguro que es muy joven.  Los republicanos ya no tienen hombres para instruir, y esa maniobra no es propia de un piloto experimentado. Al separarse del resto, forma un blanco perfecto. No es nada personal: solo se ha puesto en su camino. Podría ser su séptima victoria en esta guerra que no es la suya.  Werner aparta las dudas y hace un picado acercándose por la cola del aparato.

Se puede oler el miedo de Luis cuando es consciente de que está justo en la línea de tiro de Werner.  Los colores de su avión verde y rojo contrastan con fuerza en el cielo despejado. Los dos aparatos se preparan para una danza mortal. 

El vuelo de Luis es predecible; Werner sabe que esa maniobra absurda le va a permitir acercarse lo suficiente.  Dispara con todo lo que lleva, y lo hiere de muerte. El avión republicano hace un giro sobre sí mismo; genera un sonido agónico que surca el cielo y se precipita contra el suelo quedando panza arriba y aplastando a Luis.

Werner hace otra muesca en la madera. Se siente orgulloso, aunque no deja de pensar en ese piloto, que ahora será un guiñapo entre hierros retorcidos.

***

En un pequeño pueblo cerca de Tarragona, la columna de humo del avión, al estrellarse, se divisa desde todos los lugares. Afortunadamente, ha caído alejado de las casas. El primero en llegar es Carlos, no está muy seguro de a qué bando pertenece el aparato. El olor a muerte y destrucción impregna el aire. Se frena en seco al ver los hierros retorcidos resoplar en medio de una columna de humo; por un momento piensa en el piloto y se acerca.  Lo que ve es dantesco; nunca imaginó que alguien pudiera morir así. La visión del cuerpo mutilado e irreconocible del soldado republicano lo hace vomitar.

 

 Los restos sin identificar de Luis fueron enterrados en el cementerio de aquel pueblo catalán, como un soldado más muerto en combate.

 Pocos años después, Werner se cubrió de gloria combatiendo para la Luftwaffe, en una guerra que sí era la suya. Consiguió más de cien victorias hasta que, cosas del destino, murió en un accidente de avión, en el que él no era su piloto.