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Diario B

Beatriz Esseiva

19 de marzo, 1988

Apreciado diario: hoy escribiré en tus líneas la estupidez… no, mejor dicho: lo estúpida que soy. A pesar de que soy una persona adulta, continúo temblando cada vez que me paro al frente de cualquier grupo de personas. Siento cómo las miradas se incrustan en mí mientras escucho las carcajadas que producen los comentarios absurdos hacia mi persona. ¿Es esto normal? ¿O soy una retraída, como muchos dicen? Me cuesta controlarme y librarme de esta forma de ser. En fin, seguiré fingiendo que no me duele ni me molesta, aunque no pueda controlar empaparme la camisa de sudor.

10 de julio, 1988

Finalmente, fin de semana. No tuve mejor idea que aceptar ir al cumpleaños de una de mis compañeras del instituto. Ante todo, y horas antes de irme, hago mi ritual; me levanto el ánimo diciéndome a mí misma: “Hoy no tendré miedo ni vergüenza de enfrentarme a las miradas que tropiecen con las mías. Compartiré con los demás y bailaré toda la noche”. ¡Buen intento! Pero, al llegar a la fiesta están esos, los que disfrutan burlándose de mí. Pero no me vencerán, no esta vez. Soy hija de un negrito bailador, y llevo su sangre corriendo por mis venas que me hacen vibrar y sentir la música como si fuese parte de mí. Los pies me piden levantarme pero, al mirar a mi alrededor, me aferro a la silla. Disimulo buscando conversación o, si no, corro al servicio. Los chicos me miran; muchos se acercan, pero a todos los rechazo cuando me invitan a bailar. Esto no es vida… ir a una fiesta escuchar la música que más te gusta y no bailarla… Esto no está bien.

                                                                                                                                                                         

30 de julio, 1988       

Domingo de playa. Qué mejor día para disfrutar con la familia, con la gente que me hace sentir protegida y segura. Es el mejor día de la semana. Mis hermanos están pendientes de mí, y disfruto de su compañía. Siempre llegamos temprano para tener el mejor puesto, pero poco a poco se comprime el espacio con largas toallas, cavas repletas de refrescos y las sombrillas de una multitud de gente. El olor a aceite de coco y zanahoria invade la zona, pero es entonces cuando comienza mi temor: tener que levantarme y caminar entre tanta gente, que está sentada o acostada en la arena y que me mira caminar semidesnuda hacia el agua; eso me aterra. Llega el momento de no moverme, de no sonreír ni bromear con mi familia. Entonces, todo se acaba: la libertad y la expresión es oprimida, y desaparece. Saco mi CD-Player y, simplemente, me escabullo en mi toalla. Este momento es un presagio del resto de la jornada.

8 de agosto, 2009 

Querido diario: repaso tus líneas para recordar un poco de mi pasado, y me rio; francamente, me avergüenzo de lo que leo. ¡¿Quién era esa?! ¡¿Realmente era yo?! ¿Cómo pudiste soportar en tus páginas tanta inseguridad mezclada con esa infelicidad que rascaba el borde de una depresión? Por suerte, hoy puedo contarte que ya lo estoy superando y que las miradas no son como las de antes. Cuando me tropiezo con una mirada acusadora e intrigante, simplemente la reto, sin evadir esos penetrantes ojos que me ven. Tengo la libertad de expresarme a mis anchas sin importar quién me esté observando. 

 

19 de noviembre, 2009                                               

Inolvidable diario: hoy recurro de nuevo a ti para finiquitar ese tiempo sombrío y nefasto en el que yo vivía. Son muchos años… demasiados, diría yo. Años en los que he escapado de ser el punto de mira de los demás; de escabullirme, esconderme, volverme invisible, y pasar desapercibida por el mundo. Ahora soy yo la que mira al mundo, pero sin malicia y sin críticas. Solo miro a esas personas que me siguen en un ritmo imparable al son de una música que nos transmite paz y nos permite comunicarnos con gritos de alegría y pasión. Soy yo la que los dirijo, la que los motiva a moverse y sacar afuera el estrés, las preocupaciones del día, y los invito a levantar la frente con la valentía de mostrarnos tal como somos. Me siento libre. Me siento yo.

Triunfante, me despido. 

B.E.

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