Dentro de tus entrañas

Leire Mogrobejo

Cuando me adentro en tus entrañas, me lleno de paz y satisfacción. 

Es como si el baile de las olas me meciera sin condición. 

 

Cuando me adentro en tus entrañas, coloradas de bermejo, oro y añil, 

siento que el mundo se para, y yo me quedo aquí. 

 

¡Qué belleza! ¡Qué precisión!, la de los peces que se desplazan con mágica conexión.

Las estrellas, bailarinas de profesión, danzan al mismo son.

 

Un delfín, con cierta timidez, se acerca a contemplarme;

parece que me sonríe, parece que quiere besarme.

 

“¿Se habrá parado el tiempo?”, me pregunto.

 Es lo último que me queda con el aire que ya no respiro.

 

¡Qué decisión tomé aquel día 

con todos mis seres queridos reunidos y llenos de alegría!

 

Me felicitaban, me abrazaban y me besaban; pero yo ya no estaba allí. 

Iba a dejar a mi reciente marido, viudo, después de haber dicho el sí.

 

Y lo haría donde él había hecho su declaración:

al borde de un precipicio, en un cabo de una belleza sin parangón.

 

Lo pensaste, lo preparaste y me sorprendiste en la ocasión.

Pero mi sí fue una respuesta sin solución.

 

Desde hace tiempo, me habías cortado las alas, me hiciste tu posesión; 

mi mente te pertenecía, así como mi decisión.

 

Yo quería ser libre, pero me castraste el alma con tanto reprimir.

Hoy es mi día, y con tu vestido de novia he decidido no vivir.

Me voy de este mundo con el poder de elegir.

 

Algunos diréis que fui cobarde, y tal vez lo fui; 

sobre todo porque no tuve la ocasión de pensar en mí.

 

Así, ahora, os digo agur.

Que me lleve la corriente 

con las sayas y el velo blanco, a donde le parezca más pertinente.

¡Que mi final lo decido yo!