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De tal palo tal astilla | Amparo Piñeirua

   Roberto se crio con su madre y su abuela, sus padres se divorciaron y nunca mas supieron de su padre.

   La madre trabajó duro para darle todo lo que necesitaba y su abuela cuidaba de él, vivió una vida tranquila y llena de amor. Cuando creció quiso ser policía y con el tiempo se convirtió en detective (y de los buenos), cerraba los casos que investigaba, pocos se le resistían.

   Últimamente, un caso lo tiene ocupado, pues no logra cerrarlo, tiene cabos sueltos, él asesino sale de todas las trampas que le han puesto sin dejar huellas ni elementos que los lleven a atraparlo. El caso que investiga es de un asesino serial muy escurridizo. Ha asesinado a mas de seis mujeres que se sepa y las últimas fueron en un lapso muy corto, lo que indica que se esta descontrolando, a Roberto le urge atraparlo, investigó en otros estados al parecer hay mas victimas que murieron en las mismas circunstancias, pero nunca las habían asociado entre si.

   Sus pesquisas lo llevan a saber que asesina a mujeres con cabello castaño generalmente largo hasta los hombros, altas y delgadas, y de una edad entre los veinticinco y cuarenta años

   Logran establecer un perímetro donde literalmente las caza, les corta el cuello y las deja en callejones.

   Se hace un perfil del asesino donde creen que tiene cerca de sesenta años, grande, fornido, caucásico. Esta vez no puede dejarlo escapar.



   El asesino como en muchos casos parecía competir con el detective, lo llamaba para retarlo y reírse de él.

   Roberto nunca se dio por vencido y durante muchos meses con la frustración correspondiente lo persiguió, le puso una trampa poniendo a una detective mujer con esas características hasta acorralarlo con la ayuda de su equipo.

   Fue capturado y llevado a la comisaría para interrogarlo. Cuando estaban frente a frente y después de un interrogatorio intenso y de muchas horas, en donde por fin confesó sus múltiples crímenes, el interrogatorio concluyó.

   Cuando Roberto estaba saliendo de la sala de interrogatorios.

—Dos cosas más detective, ¿nunca se dio cuenta del parecido de mis victimas con alguien que usted ama?; lo quiero felicitar y decirle que me siento muy orgulloso de usted, los dos somos buenos en lo que hacemos, no esperaba menos de mi hijo. 

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