Yo te nombro | Andrés García
En la quietud de la noche, con el susurro del viento como única compañía, Jacinto se detuvo ante el mensaje, que la luz de la farola revelaba en la pared del viejo edificio: “Por el pájaro enjaulado, por el pez en la pecera”. Al principio, las palabras le parecieron un grafiti más, un grito anónimo en la oscuridad. Sin embargo, al seguir leyendo, cada frase comenzó a resonar profundamente dentro de él: “Por los dientes apretados, por la rabia contenida”. La familiaridad de estas palabras, evocadas en canciones de resistencia en los setenta, reverberaba en el silencio de la noche:
“Yo te nombro, Libertad.”
Jacinto, movido por un impulso, buscó en su morral y tomó un marcador. Con mano decidida, añadió su propia voz al mural improvisado: “Por la idea perseguida, por el justo ajusticiado”.
Finalmente, con el corazón palpitante, escribió en grandes letras: “Yo te nombro, Libertad.” Tan pronto como acabó, un alarido poderoso y crudo rompió la noche, un eco de miles de voces contenidas exigiendo ser escuchadas.
De pronto, el chirrido de puertas y el sonido de ventanas destrozadas llenó el aire. Jacinto, con los ojos abiertos por la sorpresa, miró a su alrededor. Desde cada rincón del barrio, gente de todas las edades comenzaba a llenar las calles con rostros iluminados de esperanza.
Las voces se unían en un clamor que buscaba derribar las sombras de un régimen autoritario. “¡Libertad!” gritaban al unísono, mientras más y más personas se sumaban a la marea humana que ahora fluía como un río revuelto hacia el corazón de la ciudad.
Jacinto, arrastrado por la corriente de cuerpos y espíritus resueltos, sintió cómo la emoción lo embargaba. Lo que había comenzado como un acto de desafío se había transformado en el catalizador de un levantamiento inesperado.
A medida que avanzaban, el sonido de pasos y proclamas inundaba las calles, en abierto desafío a la autoridad del partido en el poder. El alarido inicial ahora era un rugido imposible de ignorar, señalando que el cambio estaba en marcha.
El enfrentamiento estalló en el núcleo de la ciudad, donde las luces son más brillantes y las sombras se intensifican. Ataviados en uniformes oscuros los soldados bloquearon las calles, formando una barrera de acero. Sus armas, relucientes bajo las luces urbanas, eran herramientas de un poder que no conocía la misericordia. Disparaban con la precisión de quienes se saben protegidos por la armadura de la ley; cada bala una sentencia de muerte, cada estallido un eco de opresión. La sangre inocente pintaba el asfalto.
Frente a ellos, la multitud enardecida, armada solo con el fuego de la libertad en sus corazones y con gritos de esperanza en sus labios, avanzaba no como una muchedumbre, sino como un maremoto, cuyas aguas eran impulsadas por la imperiosa necesidad de ser libres. Cada golpe que daban, aunque repelido por escudos y balas, era un verso en el poema de su lucha.
La pólvora saturó el aire con su aroma acre mientras el pavimento se cubría de cuerpos estallados. La sangre oscurecía el suelo, cada gota vertida era una semilla de cambio, una señal de resistencia de aquellos dispuestos a sacrificarlo todo por un futuro mejor
En esa noche de furia, la insurrección se tornó en un lienzo pintado con los colores vibrantes del pueblo y los tonos oscuros del terror. Era un cuadro doloroso y cruento que buscaba el renacer de la Libertad, para dejar de ser un mero susurro en las paredes de mi ciudad.
Inspiraciones y referencias.
Paul Èluart, Poema:
Liberté
Sobre mis cuadernos de escolar
Sobre mi pupitre y los árboles
Sobre la arena sobre la nieve
Escribo tu nombre
Sobre todas las páginas leídas
Sobre todas las páginas en blanco
Piedra sangre papel o ceniza
Escribo tu nombre
Sobre las imágenes doradas
Sobre las armas de los guerreros
Sobre la corona de los reyes
Escribo tu nombre
Sobre la jungla y el desierto
Sobre los nidos sobre las retamas
Sobre el eco de mi infancia
Escribo tu nombre
Sobre los prodigios de las noches
Sobre el pan blanco de los días
Sobre las estaciones comprometidas
Escribo tu nombre
Sobre todos mis trapos de azul
Sobre el estanque sol mojado
Sobre el lago luna viva
Escribo tu nombre
Sobre los campos sobre el horizonte
Sobre las alas de los pájaros
Y sobre el molino de las sombras
Escribo tu nombre
Sobre cada ráfaga de aurora
Sobre el mar sobre los barcos
Sobre la montaña demente
Escribo tu nombre
Sobre la espuma de las nubes
Sobre las transpiraciones de la lluvia
Sobre la lluvia densa y desvanecida
Escribo tu nombre
Sobre las formas destellantes
Sobre las campanas de colores
Sobre la verdad física
Escribo tu nombre
Sobre los caminos despiertos
Sobre los caminos desplegados
Sobre las plazas que se desbordan
Escribo tu nombre
Sobre la lámpara que se enciende
Sobre la lámpara que se apaga
Sobre mis casas reunidas
Escribo tu nombre
Sobre el fruto partido en dos
Del espejo y de mi habitación
Sobre mi cama concha vacía
Escribo tu nombre
Sobre mi perro goloso y tierno
Sobre sus orejas levantadas
Sobre su pata torpe
Escribo tu nombre
Sobre el trampolín de mi puerta
Sobre los objetos familiares
Sobre el flujo de fuego bendito
Escribo tu nombre
Sobre toda carne consentida
Sobre la frente de mis amigos
Sobre cada mano que se extiende
Escribo tu nombre
Sobre la vidriera de sorpresas
Sobre los labios atentos
Bien por encima del silencio
Escribo tu nombre
Sobre mis refugios destruidos
Sobre mis faros desmoronados
Sobre los muros de mi hastío
Escribo tu nombre
Sobre la ausencia sin deseos
Sobre la soledad desnuda
Sobre las marchas de la muerte
Escribo tu nombre
Sobre la salud que regresa
Sobre el peligro que desaparece
Sobre la esperanza sin recuerdos
Escribo tu nombre
Y por el poder de una palabra
Recomienzo mi vida
He nacido para conocerte
Para nombrarte
Libertad.
Este poema fue escrito en 1942 durante la ocupación nazi de Francia, y su contenido fue lanzado desde aviones sobre territorio francés como un acto de resistencia y esperanza. Es un testimonio de la fuerza y la resistencia del espíritu humano frente a la opresión.
Sanampay, Cancion:
Por el pájaro enjaulado
Por el pez en la pecera
Por mi amigo, que está preso
Porque ha dicho lo que piensa
Por las flores arrancadas
Por la hierba pisoteada
Por los árboles podados
Por los cuerpos torturados
Yo te nombro, Libertad
Por los dientes apretados
Por la rabia contenida
Por el nudo en la garganta
Por las bocas que no cantan
Por el beso clandestino
Por el verso censurado
Por el joven exilado
Por los nombres prohibidos
Yo te nombro, Libertad
Te nombro en nombre de todos
Por tu nombre verdadero
Te nombro y cuando oscurece
Cuando nadie me ve
Escribo tu nombre
En las paredes de mi ciudad
Escribo tu nombre
En las paredes de mi ciudad
Tu nombre verdadero
Tu nombre y otros nombres
Que no nombro por temor
Por la idea perseguida
Por los golpes recibidos
Por aquel que no resiste
Por aquellos que se esconden
Por el miedo que te tienen
Por tus pasos que vigilan
Por la forma en que te atacan
Por los hijos que te matan
Yo te nombro, Libertad
Por las tierras invadidas
Por los pueblos conquistados
Por la gente sometida
Por los hombres explotados
Por los muertos en la hoguera
Por el justo ajusticiado
Por el héroe asesinado
Por los fuegos apagados
Yo te nombro, Libertad
Te nombro en nombre de todos
Por tu nombre verdadero
Te nombro y cuando oscurece
Cuando nadie me ve
Escribo tu nombre
En las paredes de mi ciudad
Escribo tu nombre
En las paredes de mi ciudad
Tu nombre verdadero
Tu nombre y otros nombres
Que no nombro por temor
Yo te nombro, Libertad
La letra pertenece a la canción «Yo Te Nombro, Libertad», interpretada por el grupo argentino de música folklórica Sanampay. La canción es una adaptación musical del poema «Liberté» de Paul Éluard, que fue traducido y adaptado al contexto latinoamericano con algunas modificaciones en el texto para reflejar realidades sociales y políticas específicas de la región.