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Una y otra vez

Carlos DK

El miedo inicial se convirtió en dolor, un dolor que le desgarraba hasta las entrañas, notaba como aquellos incisivos atravesaban su piel, su carne y llegaban hasta romper sus espinas, tomando su cuerpo. Su vida.

 

Aquella luz en el cielo se hizo cada vez más intensa, pasó de abrasar su piel escamada, a notarlo en su interior, su cuerpo no había experimentado jamás la sensación de ser tratado por dientes y garras, hasta que ese dolor llegó a tal extremo que colapsó y dejó de sentir su cuerpo como un todo.

 

Durante un instante la duda y al momento aquella luz abrasadora era un sol. El Sol, como lo llamaban en aquel mundo, y el tiempo se dilató hasta llegar a la eternidad. El circulo era completo, la vida respirando en aquel medio denso y transparente, aquella vida de carpa plateada había acabado. Era un nuevo inicio.

 

Mi cuerpo había sido repartido entre una manada de gatos y formaría durante un tiempo limitado, parte de ellos. Tampoco es que esta vida de carpa fuera una explosión de emocionantes momentos. Al menos, los restos, quedarían para otros seres que se alimentarán de los desechos, carroñeros, insectos, bacterias y por supuesto raíces. Raíces que absorberán las últimas partículas desde la tierra y serán capaces de hacerme florecer. No parece un mal final cuando se mira con perspectiva.

 

Aunque eso ya da igual, la ilusión del tiempo deja de existir cuando el círculo se completa, cuando vives eterno. Aquel cuerpo me ofrecía una dimensión, algo tangible, limitado. Ahora la limitación es la experimentación vivida. Pero he de aclarar, que siendo parte del todo, no soy todo. Eso vamos a reservarlo para Dios.

 

Lo interesante de este estado, es que puedo rememorar más allá de mi última vida, como si fuera un libro. Puedes vivir las vidas que quieras sentado en un sillón, en el sofá o tirado en la cama, experimentando lo que experimentan los personajes de una forma mucho más comprimida. Puedo recordar un libro que hablaba de las vivencias, del sacrificio de una persona por buscar la verdad de la existencia. Siddhartha, otro ser humano que comprendió que la verdad estaba por encima de la dualidad. El bien y el mal solo era la disección de un hecho. 

 

Como el hecho de haber sido destripada y saboreada por otros seres mientras mi cuerpo agonizaba de dolor. No espero una disculpa, ni tampoco siento que deba perdonarles. Aunque ya no importa, ahora vuelvo a esperar una nueva oportunidad. Porque aunque la vida me enseña una y otra vez de forma insistente, aún no quiero aprender.

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