Monólogo a dos voces

Andrés García

Para mi nieto.                             

Estoy aquí, inmerso en mi mundo interior, un laberinto de pensamientos y sensaciones. Soy el protagonista de una historia que se desarrolla en un ritmo distinto al de los demás. Mi mente es un universo complejo y fascinante, donde mis pensamientos danzan en un ballet de colores y formas únicas.

A veces, me siento perdido en un océano de estímulos abrumadores. Los sonidos, los olores, las luces invaden mi espacio y desencadenan una tormenta de ansiedad. Mi corazón late con fuerza, y busco refugio aislándome. Anhelo encontrar una calma que me permita explorar el mundo sin sentirme agobiado por cada pequeño detalle.

Yo Temo que no sea comprendido, temo que no encaje en este mundo. Me preocupa que su singularidad sea interpretada como debilidad, que lo vean como un rompecabezas sin solución. Pero a pesar de mis temores, sé que él también  alberga esperanzas y sueños.

Deseo que lo  acepten tal como es, con sus peculiaridades y sus obsesiones. Sueño con un mundo que no le dé la espalda, que valore la diversidad y que brinde oportunidades para que todos podamos brillar. Quiero demostrar que su condición no lo define para nada, que tiene talentos y habilidades para aportar al mundo.

Mi mente se sumerge en mis pasiones, buceo en temas que me entusiasman y encuentro una alegría profunda en cada descubrimiento que hago. Mi condición autista me dota de una capacidad de enfoque y atención excepcionales, permitiéndome conectar los puntos de una manera única.

Sin embargo, también lucho con la incertidumbre y la confusión. A veces me cuesta comprender las sutilezas de las interacciones sociales, interpretar los gestos y las expresiones de los demás. 

En mi interior, encuentro consuelo en la rutina y en las actividades que me apasionan. La música es mi lenguaje universal, una melodía que me envuelve y me transporta a lugares de paz y serenidad. Me pierdo en las notas, dejando que la música hable por mí cuando las palabras se me escapan.

A través de estos pensamientos, me desafío a explorar los rincones más profundos de mi ser. Busco estar tranquilo, intuyendo que mi autismo es solo una parte de lo que soy. 

Aunque a veces puedo sentirme atrapado en mi propio mundo, sé que hay personas que me rodean con amor y comprensión. Aprecio su paciencia y su voluntad de aprender y adaptarse a mis necesidades. Son un recordatorio constante de que no estoy solo en esta travesía.

Su particularidad no es un impedimento pues a través de su sensibilidad y su perspectiva única, puede aportar una visión fresca y creativa al mundo. Su mente con sus patrones y conexiones peculiares, es un tesoro de ideas y posibilidades. Estoy decidido a que aproveche al máximo su potencial y dejar una huella positiva en aquellos que lo rodean.

Con esta reflexión, lo libero de las barreras de la comunicación y le concedo una voz que es auténtica y poderosa. Mi silencio se transforma en una expresión elocuente de su mundo. A través de sus acciones, su arte y mi presencia, puede transmitir mensajes de amor y esperanza.

Su historia continúa y yo estoy ansioso por descubrir lo que el futuro le depara. Acepto los desafíos que se vayan a cruzar en su camino y los transformaré en oportunidades de crecimiento. La obsesión -Vista de otra forma- es una de sus cualidades más fuertes, lo ayudaré a que lo reconozca y no permitiré que sea definido por las limitaciones que otros quieren imponer sobre de él.

¡Soy Tomás!

¡Es Tomás!

¡Soy autista!

¡Es autista!

¿Eres mi abuelo?

¡Soy tu abuelo!