El godín ejemplar

Darío Jaramillo

A ninguno de sus colegas le simpatizaba “el nuevo”, pero Weili Peng era quien lo odiaba más. Solo tomó un par de días para que el dueño de la televisora CC, el señor Nakamoto tomara en serio las recomendaciones de su mano derecha y designara a  Zhang Zhao como el conductor del noticiero estelar, pasando por alto los sacrificios de Peng.

Al analizar la decisión del señor Nakamoto de manera objetiva era claro por qué había tomado esa decisión. Zhao lucía siempre impecable; podía leer el teleprompter mejor que nadie y memorizar datos a una velocidad impresionante. Jamás pronunciaba mal una palabra ni perdía la compostura ante las noticias más desgarradoras. 

El futuro de Zhao lucía brillante, pero el destino tenía otros planes. 

Zhao terminó la primera transmisión nocturna del noticiero y, mientras esperaba para iniciar la siguiente emisión, comenzó a sentirse intranquilo.  No podía recordar la última vez que había ido a su casa o qué había hecho el día de descanso.

“¿Será Alzheimer, un aneurisma cerebral?”, se cuestionó. Su mente no podía concentrarse en nada; flashazos de imágenes inundaban su mente: gente empujándose, dos aviones chocando contra unas torres, terremotos; de pronto una melodía, gritos de emoción, una banda de rock.

No se sentía cansado, no tenía dolor de cabeza ni tampoco sed; simplemente, esa sensación de vacío, de que algo no estaba bien.  Intentó escudriñar en su memoria.

“El producto interno bruto (PIB) de China creció 4.9 por ciento interanual en 2020”, fue el primer pensamiento que le vino a la mente.

Parpadeó varias veces y lo intentó de nuevo.

“China eliminará pobreza entre jóvenes mediante comercio electrónico”, recitó una voz en su cabeza.

Lo único en lo que podía pensar eran noticias, cifras, lugares, fechas, pero no recuerdos. ¿Cómo lucía su padre? ¿A qué olía el perfume de su madre? ¿Cuál era su comida favorita? Nada más que estática cada vez que intentaba evocar alguna memoria, olor o sentimiento.

“¿Será esto parte del síndrome Burnout?” se preguntó. Justo durante el noticiero matutino, él había presentado ese reportaje; podía recitarlo de memoria en este momento si alguien se lo pidiera. No, lo suyo era otra cosa: sentía como si cientos de hormigas caminaran sobre su cerebro.

Se desesperó y  agitó la cabeza sin control; después el cuerpo, en una especie de convulsión.

El productor del noticiario notó alarmado el estado en el que se encontraba Zhao; tomó el teléfono y llamó a Urgencias.

“Auxilio, al presentador virtual le entró un virus; estamos a diez minutos de salir al aire. ¿Pueden mandar al de sistemas para repararlo?”.