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Darwin Redelico

BR-101

Es una de las vías de (des)conexión entre Uruguay y Brasil. Yendo hacia el norte, una vez atravesadas las ciudades fronterizas de Rio Branco y Jaguarao, se llega a Pelotas y Porto Alegre.

La ruta es una larga, anodina, y flácida línea trazada sobre la vastedad de los últimos confines del continente brasilero. A los costados, la infinitud de una llanura amarillenta, apenas aderezada por algún árbol o alguna vaca flaca.

Se me ocurre que esa extensión, por inexpresiva, mereciera ser más una prolongación del Uruguay que una antesala de la abundancia tropical. Se me ocurre que, por eso sea más soportable transitarla bajo el manto de la noche.

SCN 1967

En su Renault noventero Guzmán lleva a su familia a Florianópolis a vacacionar. Tras 15 horas ininterrumpidas de manejo estarían llegando al destino favorito de la clase media oriental cerca del mediodía. 

Es la última oportunidad que se da la pareja para darle el barniz que devuelva el brillo a un matrimonio decolorado por la rutina, la frustración y la intolerancia. En el asiento trasero improvisan un rápido sueño, pese a la incomodidad y la escasez de espacio, los dos hijos.

Ya hechos los trámites pertinentes en frontera, la esposa se dispone a ordenar los documentos que debe presentar al retorno. Para ayudarse, enciende la luz interior, lo que hace que el parabrisas refleje la escena interior y quite visión al conductor.

La furibunda reacción de Guzmán es inmediata. Sin excusarse, ella reprocha que siempre tiene que cargar con todo el trabajo de armar las valijas y de organizar, sin encontrar en él apoyo alguno.

La discusión flota en un mar de reproches e insultos, donde salen a relucir la apatía, la infidelidad, el alcoholismo y hasta los parientes, haciendo que los pasajeros de atrás salgan de su letargo y revivan una escena cotidiana. 

Mientras, el vehículo se aproxima a un camión de transporte de dimensiones dinosáuricas en relación con el tamaño y condiciones de la ruta. El triple eje, que sobrecargado se va cimbreando sobre el irregular asfalto, de pronto enciende el señalero derecho dando así la señal de vía libre para sobrepasarlo. 

Violentamente, Guzmán vira y acelera para rebasarlo. Lo último que ve son dos potentes focos hacia ellos que aparecieron de la nada en una curva.

JDO-2303

Por discreción, Gilmar prefiere viajar en la complicidad de la noche en su BMW de alta gama. Su copiloto es un bolso. Uno que no debe perder de vista en ninguna situación o contingencia.

Viene desde la capital gaúcha y a primera hora debería estar en una casa de cambio de Rio Branco donde dejar todo el dinero a buen recaudo, a pedido de alguien a quien no se está permitido fallar.

Se distrae por un segundo para recoger un termo con café que lo mantenga despierto. Hace dos noches que no duerme y solo la cocaína lo ha mantenido alerta. Una luz potente lo encandila, al acercarse se da cuenta que un camión ha dejado las luces largas apuntándole. Protesta mediante un cambio de luces, sin embargo, el camionero hace caso omiso.

Al cruzarse con él, le toca un bocinazo y sin poder reaccionar, se espanta al tener a su frente un vehículo que intenta adelantar al camión. Es lo último que ve hasta que al mediodía siguiente lo rescata la policía, encontrándolo tumbado al costado de la pista.

(…)

La carretera está desolada como siempre. La monotonía nocturna hace que el camionero cabecee un par de veces al frente del volante. Para despabilarse, toma el celular y con un ojo en la ruta y otro en la pantalla revisa correos.

Uno de ellos es de una mujer que había conocido la noche anterior, en la posta donde descansó antes de cruzar a territorio norteño. Le había escrito algo acompañado de una foto sugestiva hacía al menos una hora.

La mira y sonríe. Contesta. Ella aún está activa y responde. De pronto el teléfono se le resbala. Al querer levantarlo acciona involuntariamente la palanca del señalero encendiéndolo hacia su derecha. Cuando vuelve a atender el trayecto, ve un vehículo a toda velocidad que le hace cambio de luces. No le da importancia.

No llegó a ver en su retrovisor cómo las luces de los cuatro focos eran devoradas por la opacidad. 

Retoma la conversación con su amiga y continúa tranquilamente la marcha.

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